artículo 17 de mayo, 2.006
 

 

      Errores tácticos de la ideología derechista pro-Uribe

 


 

por José María Rodríguez González*
Actualizado: 7:00 p.m., miércoles 17 de mayo, 2.006

 


 

     Es innegable que Carlos Gaviria ha ido ganando terreno político para las elecciones presidenciales del 28 de mayo. Parte de ese terreno ha sido cedido por errores de Uribe, que no podemos seguir tapando, y por un enfoque anticuado de su ideología derechista sobre el Polo Democrático Alternativo. Me ocuparé de este segundo aspecto.

     La literatura distribuida entre la derecha es generalmente filosófica y ética. Está escrita por pensadores con ideas elaboradas y profundas que nos reafirman lo correcto de nuestros principios y, por qué no decirlo, ilustran la política moral de nuestras vidas.

     No obstante, se han venido dejando grandes vacíos. Ninguno de esos autores responde a las preguntas que emergen de la vida política colombiana. Desde una pregunta de Perogrullo como: ¿No es Uribe un individuo que cuyo movimiento político lleva su nombre? Hasta otra que cobija la complejidad de las consecuencias del movimiento uribista como ¿No se definiría el uribismo como un caudillismo que lleva implícito el culto al individuo y el clientelismo?

     Jorge Eliécer Gaitán fue un caudillo cuyo carisma e influencia ideológica deja lejanos ecos en la historia, aún cuando careció de la maquinaria política que lo trascendiera hasta hoy. Uribe tiene la maquinaria política pero carece de la ideología y el carisma que le podrían dar un lugar en la historia.

    No nos engañemos, el caudillismo de Uribe es artificial. No hay una filosofía ni una ética que lo motivan, sino un estilo populista de gobierno, un trabajo bien hecho a su manera; una intención de abarcar la historia con dos períodos presidenciales donde prima la preocupación por la seguridad y por el beneficio económico que provenga principalmente de la inversión extranjera y la exportación, del abastecimiento del mercado con productos atractivos por su bajo precio, sin prever su política y consecuencias para Colombia. Esperando así, que las consecuencias sean las más favorables.

     La alerta más importante que nos deja el gobierno de Uribe es la necesidad de contar con administradores de gran profesionalismo y dedicación en el manejo de las instituciones del Estado. El resultado más lamentable de los errores de Uribe es la negación de esos errores por parte de la derecha, dejando vacíos que solo pueden ser llenados por la oposición.

     Como si esto no fuera ya un hecho de por sí grave, la derecha comete el error garrafal de llamar a la oposición, comunismo.

     La indirecta de Uribe: "El país va a tener que escoger ahora si vamos a seguir por el mejoramiento de la Seguridad Democrática como camino a la paz, o vamos a retroceder para que con el comunismo disfrazado le entregue la Patria a la FARC”, es quizá el ejemplo más elocuente de ese error. Al aludir de esa manera a la política de Carlos Gaviria, la derecha califica las críticas de Carlos Gaviria a las políticas de Uribe, como subversión y desestabilización contra el gobierno de Uribe, haciendo aparecer de forma subliminal a éste último como la mejor y única salvación que le queda a Colombia. La derecha propaga tranquilamente la idea de que la posición de Carlos Gaviria y sus propuestas son para favorecer a las FARC y al comunismo, como si a las FARC ya no les interesara la toma del poder por las armas sino por los votos de Gaviria, que sólo tiene el 15% de favoritismo.

     El foro de discusión sobre el artículo de Rafael Nieto Loaiza “Detrás de la pinta está la carne” en El Tiempo, que resume la propaganda de esa campaña derechista, produjo la mayor participación que haya tenido Nieto alguna vez como respuesta a su columna. Pero esa participación, por primera vez mostró la mayor expresión de parte de los seguidores de Gaviria, que se haya visto en el periódico.

     Tan fuerte fue la reacción, que redistribuir ese artículo fue contraproducente, porque los argumentos de la calle y los que emergieron desde los círculos informados lo predecían. La gran mayoría de los foristas calificaron el artículo como de calumnioso, difamatorio que buscaba invalidar y desprestigiar a Carlos Gaviria. Lo vieron como un esfuerzo de parte de la derecha uribista por intimidar a los votantes quienes reconocen en Carlos Gaviria la mejor alternativa contra Uribe.

     Esa reacción era de esperarse, porque la mayoría de la gente sabe que Carlos Gaviria no ha participado en ninguna acción de las FARC, a ningún nivel. Sabe que ni siquiera ha sido miembro del Partido Comunista ni ha atacado de modo alguno la libertad o la propiedad y los bienes de los colombianos. Por el contrario, los colombianos conocen la trayectoria impecable de Carlos Gaviria, su conducta intachable y su firmeza en el momento de llevar adelante una política honesta a toda prueba. De lo único que se le puede acusar es de oponerse al caudillo idealizado, a la corrupción, al guerrerismo, a la genuflexión económica y a toda la injusticia y deshonestidad que Uribe representa y defiende.

     Son legales los contactos de Uribe con las FARC y con Fidel Castro, pero se vuelven ilegales si Gaviria siquiera llega a pensar en esa posibilidad. Uribe envió a Cuba a su canciller y a varios de sus ministros para agradecer a Fidel Castro el único intento de paz con la guerrilla que Uribe ha permitido a lo largo de todo su gobierno.

     Uribe invitó a Fidel Castro para que visite Colombia en el mes de junio y ha promovido la ampliación y el fortalecimiento de las buenas relaciones entre Colombia y Cuba. El Doctor Carlos Gaviria no se ha opuesto a esas gestiones de Uribe. A los ojos de la derecha, no oponerse convierte a Gaviria en pro castrista. Pero la promoción de un acercamiento a Castro convierte a Uribe en anti castrista. Esa lógica torcida desprestigia a la derecha y fortalece a la oposición.

     Uribe recurrió a la ayuda de Fidel Castro para que Chávez no cerrara la frontera con Colombia y en menos de 72 horas, Castro lo logró. Recientemente, Uribe le pidió a Castro su intervención para que lo ayudara a impedir que el comercio entre Venezuela y Colombia no se afectara por el retiro de Venezuela de la Comunidad Andina de Naciones (CAN). Si Gaviria fuera el presidente e hiciera estas gestiones, Uribe lo llamaría lacayo del castrismo y del comunismo internacional. Sin que Gaviria lo haya hecho, ya Uribe y sus ideólogos calumnian a Carlos Gaviria de esa manera.

     La derecha ahonda su error al asociar a Carlos Gaviria con el lado equivocado. El proyecto económico de Carlos Gaviria está tan cerca del de Chile como lejos del de Chávez. Carlos Gaviria es un líder del nivel de Kirschner y Lula. Su lenguaje seguro, su expresión tranquila muestra al hombre conocedor del saber político. Su hábil diplomacia, su casta de estadista y su política de cooperación y progreso dejan por el piso a Chávez y a Uribe. ¿A quién se le puede ocurrir que Carlos Gaviria es como Chávez? Si Carlos Gaviria fuera el presidente de Colombia, América latina vería en Carlos Gaviria la antítesis de Chávez y lo preferiría como nuevo líder del avance latinoamericano.

     Uribe carece de aceptación en Latinoamérica. La derecha no quiere creerlo, y para poder negarlo resaltan su aceptación local y la hacen extensiva, al mundo en general (mediante un razonamiento falso) para que aparezca suficiente. Es como si ser el mejor presidente del mundo en Ralito fuera lo que contara. La asociación equívoca que la derecha hace de Carlos Gaviria sólo acentúa las sospechas que se incrementan acerca de que Uribe adelanta una campaña sucia.

     La derecha golpea bajo cuando acusa a Carlos Gaviria de la rotación administrativa del PDA que recae en un comunista si Carlos Gaviria toma la presidencia. Colombia sabe que Carlos Gaviria fue elegido para la posición que hoy goza en el PDA por consulta popular independientemente de la rotación interna que el PDA haya establecido. Recordemos que Navarro era el favorito al interior del PDA. Quien suceda a Carlos Gaviria en la dirección del PDA no es cosa de Gaviria y no afecta en nada la política del PDA de continuar defendiendo su coalición por la paz y la democracia. El PDA solo lidera la centroizquierda de Colombia. Y si Carlos Gaviria fuera presidente, el PDA tendría que someterse a la política del gobierno de Carlos Gaviria para todos los colombianos, y eso es lo que importa.

     La derecha escarba una calumnia contra Carlos Gaviria aún más contraproducente. El marxismo no existe en la política contemporánea. Nadie aboga por él, los mismos comunistas lo dejaron a mediados del siglo pasado y ni siquiera lo mencionan. Putin, el presidente ruso que levanta el poderío de su nación en Asia y el Medio Oriente, es el mejor ejemplo. El Partido Comunista Chino que dirige el poderío mundial de la economía china es otro ejemplo. Uribe queda como ignorante de estos hechos de la historia actual, y la derecha queda como atelarañada en un siglo atrás y luchando por atelarañar al resto de los colombianos. Esto empantana a Colombia y le impide entender y relacionarse con el nuevo orden del mundo.

     No es sólo que Carlos Gaviria, como Kirschner y Lula, no le importa un bledo el marxismo, aunque lo haya estudiado, sino que Carlos Gaviria ejerce la política más pacífica, legal y democrática que haya visto Colombia en mucho tiempo. Estas características admirables de la carrera política y la campaña de Carlos Gaviria pulverizan la mala intención y las erradas especulaciones de la derecha.

     Carlos Gaviria se ha distinguido por sus continuos ataques contra las FARC, no sólo Navarro las ha condenado. Que esos ataques no hayan sido propagados por los medios de comunicación no quiere decir que no existan. Y esta es otra falacia de la derecha.

     Muchos ven y oyen que Uribe, como Chávez, gasta horas y horas en la televisión y la radio con sus tediosas propagandas sobre los números y sobre lo grandioso que es él y su gobierno. Dentro de esa fiesta mediática ¿qué espacio ha quedado para la publicidad de los continuos ataques de Gaviria contra las FARC? ¿y quién hubiera creído que Carlos Gaviria tomaría importancia política nacional? Nadie. Pero, los colombianos averiguan y han ido a http://www.carlosgaviria2006.net/ para comenzar a informarse sobre esos ataques de Carlos Gaviria contra las FARC.

     Los ataques a las FARC no tienen por qué ser con odio, sino con objetividad, si es que se conoce el conflicto armado en Colombia y se busca una solución al problema de su violencia endémica.

     Uribe no entiende que los que integran el secretariado de las FARC son los responsables de las FARC; que muchos militantes de las FARC no tienen responsabilidad completa por las acciones de las FARC; y que los campesinos influenciados por las FARC no tienen ninguna culpa de las acciones de las FARC. La opinión pública rechaza la muerte de campesinos, quiere la rendición de los miembros de las FARC y que el secretariado sea llevado a la justicia. Carlos Gaviria sí entiende esta complejidad y no pone irresponsablemente todas las FARC y sus áreas de influencia en un mismo talego, como lo hace la ignorancia de Uribe.

     El Pentágono y las Naciones Unidas se niegan a dar una definición del terrorismo, porque al igual que Carlos Gaviria reconocen que hay una variedad de factores que pueden implicar incluso a la policía y al ejército mismo dentro de esas definiciones. La iglesia nos dice que si no creemos esto y aquello nos vamos al infierno, nos está obligando a creer en algo con terrorismo; y aún la madre que amenaza o golpea a su hijo por no hacer lo que ella quiera, lo obliga a obedecer con terrorismo. El terror al infierno y el terror a que le peguen obligan a la gente a hacer cosas. Las armas aterrorizan a la gente, porque las armas significan muerte. El terrorismo es un método, no un objetivo, y por estas razones, a las Naciones Unidas, a Carlos Gaviria y al Pentágono les queda difícil definir el terrorismo y aplicarlo a todos lo grupos que utilizan la violencia, entre ellos las FARC.

     Uribe ha hecho más difícil que las FARC sean consideradas terroristas. Si las FARC son un cartel de narcotráfico no pueden ser terroristas, porque se definirían por su objetivo que sería el enriquecimiento ilegal con producción y tráfico de narcóticos y eso no es terrorismo.

     Si las FARC hacen cosas que no dan dinero ni ganancias económicas como volar torres eléctricas, paros armados, o tener secuestrados por años, entonces es un grupo saboteador y subversivo que usa el terrorismo y se financia con el narcotráfico. El sabotaje y la subversión son crímenes políticos, indiscutibles e inconfundibles si van acompañados de terrorismo y financiados con narcotráfico. Hamas, las FARC y Al-Qaeda preocupan por sus objetivos políticos, no importa si su financiamiento son la caridad, el narcotráfico o el asalto de bancos, ni si su terrorismo son cilindros, bombas de camino o ataques de mortero. No es culpa de Carlos Gaviria que Uribe, como líder, ignore todo esto y que viva impedido de educar a los colombianos sobre un conflicto armado, que él no sabe que existe.

     Como para empeorar su imagen, precisamente Uribe es reconocido internacionalmente como un ignorante en estos temas por su tan divulgada negación del conflicto armado en Colombia. Algo muy difícil de digerir para las Naciones Unidas, Carlos Gaviria, el Pentágono, e incluso para la mayoría de los colombianos. ¿Será que el Ejército y las FARC solo están jugando a los soldados?

     Es contraproducente para la derecha acusar a Carlos Gaviria de estar contra la propiedad privada. Con mayor razón si nunca ha amenazado a nadie de quitarle sus propiedades o ha prometido ninguna expropiación personal. Mucho peor cuando las victimas de la violencia muestran que Uribe está contra la propiedad privada de los campesinos, por quienes no hace el mínimo esfuerzo para devolverles las tierras robadas por los narco- paramilitares. Los indígenas muestran que Uribe está contra la propiedad privada de las tierras de los nativos, a quienes los expropia para disponer de sus tierras en favor de los cultivadores de la palma.

     Colombia ve que Carlos Gaviria respeta y defiende la propiedad de los colombianos, aboga por la ampliación de la propiedad raíz a y otras comodidades de la vida, y que lucha para que Colombia, dueña de su destino igual que Chile, participe del mercado mundial y la industrialización.

     La derecha quedó muy mal cuando volteó la arepa y negó que Carlos Gaviria rechaza un gobierno grande. Porque Colombia sabe muy bien que Carlos Gaviria se aleja del más grande gobierno de la historia, que se entromete en el mercado libre y la empresa privada como lo es el gobierno del presidente Bush, quien no permite que la empresa privada haga contratos libres e impone la política de su gobierno en las negociaciones del TLC, de lo que todos los colombianos son testigos. Los gobiernos están para hacerlo, pero quiero mostrar la implicación que deja la derecha.

     Carlos Gaviria plantea un gobierno no tan grande el actual, eficaz y sin burocracia. Se lo puede atacar diciendo que no podrá acabar la burocracia o que no será completamente eficaz, pero no que quiera un gobierno grande porque sí. Menos todavía se podrá decir que Carlos Gaviria vaya contra la libertad de la empresa privada o que quiera reemplazarla por la propiedad en manos del Estado. Eso no existe en el plan económico de Carlos Gaviria. Que Carlos Gaviria quiera controlar los abusos al consumidor y quiera proteger a Colombia de la voraz avaricia de las corporaciones globalizadoras, es la misma política que ha liderado la Unión Europea y que han practicado también Brasil y Argentina.

     El gobierno está obligado a controlar el abuso y los excesos que perjudiquen a Colombia al tiempo que impulsar la libertad para el desarrollo de la competitividad y la tecnología de la empresa privada. eso es lo que plantea Carlos Gaviria.

     Es una bajeza de muy mala fe que la derecha insista en un falso testimonio que el mismo Uribe ya corrigió. ¿Ese conjunto de bajezas y de mala fe es la imagen que la derecha quiere dar de sí misma a Colombia? La campaña de Uribe dio una cifra exagerada de la pensión de Carlos Gaviria, hecho ampliamente conocido por el público. El uso del término millonario muestró la extensión del sofisma y la mala fe de la derecha. La devaluación hizo que se llame rico al que posee miles de millones de pesos, los millonarios son los pobres de hoy los que tienen mínimas comodidades en la vida, un computador, un carro o una casa Un gran número de colombianos son millonarios pero no ricos.

     Si se reproducen esos errores la derecha está divulgando su propio desprestigio.

     Una cosa es la democracia en el papel y otra en la práctica. La que cuenta es la que vivimos, la de la práctica. Si Carlos Gaviria estuviera contra la democracia estaría en la selva. Carlos Gaviria es un legalista, un profundo convencido del estado de derecho, un demócrata a toda prueba. ¿Qué van a concluir los colombianos si se le exige a Carlos Gaviria que deje de ser senador para ser candidato presidencial, pero no se le pide a Uribe que deje de ser presidente para ser candidato? La derecha quedó practicando la democracia del embudo. Hace una reafirmación de la injusticia y la deshonestidad que los colombianos han conocido en Uribe.

     Tampoco se puede negar que las personas llegan a la política desde diferentes puntos. Los políticos pueden venir del sector judicial, de la banca, de las universidades, de los sindicatos, de las comunidades indígenas, etc. Para quienes aprecien los valores humanos, el hecho de que Carlos Gaviria provenga de la educación superior, haya sido miembro del cuerpo judicial y que sea un senador de la República son motivos de orgullo para Colombia. Es más profesional que venir de Hollywood como Reagan.

     Estar asesorado por economistas de izquierda como los que negociaron el TLC de Chile es mejor que estar ayudado por Jorge Noriega, Fernando “Invercolsa” Londoño o José Obdulio. Andrés Arias, “Apertura” Hommes o Fabio Echeverry.

     Que Carlos Gaviria pueda negociar por dentro con las FARC se ve mejor internacionalmente que proteger solo la extradición de Mancuso, Berna, y todos los peces gordos del hampa colombiana. Incluso en Estados Unidos se ve mal que Uribe asile golpistas y siga al más inepto presidente que haya tenido los EE.UU. en los últimos tiempos, y a quien más del 70% de los mismos estadounidenses desaprueban.

     Que Carlos Gaviria luche para que la democracia no conviva con la corrupción, para que la democracia no sea penetrada y controlada por el hampa, y para que la democracia sea un beneficio de justicia y equidad para los colombianos, no debe atacarse, hacerlo es un suicidio político, entre los que entienden qué es correcto y apropiado.

     Carlos Gaviria es colombiano y tiene todo el derecho y la obligación de arreglar nuestra democracia y dirigir a Colombia. La derecha quisiera hacer creer que si los paramilitares no se quejan de la democracia entonces es perfecta y hay que dejarla como está. Hay que aceptar la realidad, Carlos Gaviria, con la brillantez e inteligencia que lo caracterizan, respeta la constitución, reconoce sus limitaciones y con coraje propugna sus correcciones. Esta ejemplar actitud democrática de Carlos Gaviria no es su punto débil sino un punto fuerte y sería anti-democrático y sospechoso atacarlo.

     Por último, la pregunta de Perogrullo parece comenzar a tener una respuesta en Colombia: Uribe es un caudillista que no acepta la oposición, que promueve su caudillismo distribuido en partidos satélites, con un único líder, Uribe, y un único pensamiento, el de Uribe. No puede aceptar la diversidad, la unión y el futuro con los que puede contribuir el PDA en el fortalecimiento de la democracia en Colombia. Los Garzones, Petros, Morenos y Gavirias son la riqueza del Polo Democrático Alternativo.

     Ideologías anticuadas y tácticas como las de la derecha solo dejan a Uribe como El Quijote de la terquedad que pelea obcecadamente contra los molinos de viento de una fantasía política para seducir a Dulcinea, quien en su realismo no va a caer en esas fantasías. El 28 de mayo Colombia estará haciendo la decisión más grande de su historia: votar por la oportunidad de un futuro con Carlos Gaviria o continuar esclavizada de su pasado con Uribe. El que no arriesga un huevo no tiene un pollo.

 

 

 

© 2006 José María Rodríguez González.

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