Los médicos nunca han atendido a un feto preocupado por un ser humano. Este hecho aparentemente ilógico ilustra concientemente que la vida de una persona jamás se puede comparar en su dimensión y complejidad con la vida de un feto. Cada paciente tiene familiares y amigos, individuos de niños a viejos que sienten el dolor de sus seres queridos como si fuera el suyo, el feto no es uno de esos seres.
La vida no se puede extraer del contexto en que existe. Es imposible separar un simple dolor de cabeza de las actividades de la persona y de las presiones de sus responsabilidades sociales, Con mayor razón la vida que crece en el útero de la mujer tampoco puede verse independiente de la mujer y la sociedad. La defensa abstracta y absoluta de la vida es una insensatez.
La madre que morirá de cáncer por su feto es una apología a las erradas creencias pro-vida de los pro-fetos. La despenalización del aborto en casos especiales es necesaria porque la madre tiene padres que la criaron y aman, amigos que la aprecian y extrañan. El feto nunca ha nacido y desconoce estas relaciones típicas entre los seres humanos. La embarazada puede tener interés en vivir porque conoce la fortuna de la salud, el beneficio del trabajo, el valor del estudio, el descanso del esparcimiento. El feto no sabe ni puede imaginar estas peculiaridades de la vida de los seres humanos. En la vida de la embarazada se han invertido no solo emociones por años de los seres cercanos a ella sino también recursos en su educación y desarrollo, y su vida ha contribuido a la sociedad. Es imposible exigir estas contribuciones recibidas y dadas en un feto.
La compleja vida de la embarazada, así tenga 12 o 72 años, no se puede comparar jamás con la simple vida vegetativa de un feto que nunca ha abierto sus ojos, nunca usado su nariz ni su boca, nunca ha conocido su familia y su cultura, y nunca sabe de afecto, voluntad, preferencias y otros valores que sólo los nacidos pueden experimentar realmente. La conciencia y el buen sentido común nos enseñan que la activa vida de la embarazada tiene prioridad sobre la vida vegetativa del feto.
Una distinción debe hacerse sobre el tema: La errada creencia de pro-vida es defender exclusivamente fetos por encima de la vida de las mujeres, arguyendo que la vida es un absoluto que debe defenderse independiente de contexto y conexiones sociales. Su obsesión es alrededor de la vida pura y la propagación del amor por los fetos. Del otro lado, las expresiones por la despenalización del aborto en casos especiales se enfocan en las responsabilidades de las personas y la vegetatividad del feto, en evitar más niños indeseados, en la inclusión de la sociedad con sus diferencias, y en el efecto a los problemas sociales de población y desarrollo.
No sobra agregar que con el ataque del 11 de septiembre en Nueva York la civilización se vio amenazada por los fundamentalismos religiosos externos como el musulmán e internos como el fundamentalismo cristiano. Es preferible que la visión de la vida corresponda a cómo la vivimos y no a creencias de consecuencias morales que contradicen los hechos y desarman a las personas frente a su realidad, dejándolas irresponsablemente como víctimas de su fe. El bienestar económico y social de Colombia no debe ser forzado a una visión religiosa como la ley moral católica de El Salvador o la ley moral musulmana del Talibán.
Que la politización religiosa de la vida, como en el talibanismo, y sus leyes morales exclusivas no suplanten la ley secular inclusiva de nuestra civilización y el futuro de Colombia. Las exigencias del fundamentalismo religioso deben supeditarse al Estado y a los avances de la civilización.
José María Rodríguez González
|